Mucho se ha oído comentar acerca de las gasolineras low-cost: que si la calidad de su gasolina es inferior a la de las gasolineras tradicionales, que si no es demasiado recomendable para los motores, que si con la misma cantidad de litros realizas menos km… En este artículo vamos a tratar de aclarar estas y otras cuestiones, y vamos a analizar las claves del fenómeno de las gasolineras low cost, cuyo número no para de crecer en nuestro país.
Índice
El fenómenos de las estaciones de servicio low-cost
El boom de las estaciones de servicio low-cost se remonta al año 2013 cuando entró en vigor una nueva Ley de Hidrocarburos que daba la posibilidad de acceder al gran público al negocio de la comercialización de combustibles. Hasta ese momento dicho negocio se encontraba bajo la tutela de petroleras y grandes cadenas de gasolineras, haciendo más que difícil la entrada a nuevos jugadores. Pero con la nueva ley los requisitos referentes a parcelas y licencias para construir una estación de servicio dejaron de ser algo kafkiano, sino que se aligeraron notablemente para que los pequeños empresarios pudiesen tener la oportunidad de adentrarse en este sector.
Desde entonces, todo aquel que tuviese unos 200.000 euros para invertir, podía convertirse en dueño de una gasolinera. Y el proceso de montar una gasolinera low cost pasó a ser algo relativamente rápido y sencillo. Coincidió que en esas fechas aparecieron “casualmente” diversas compañías de construcción de estaciones de servicio especializadas en la instalación de gasolineras en cuestión de pocos días, gracias al uso de diseños estandarizados compuestos por módulos que se van montando como piezas de Lego. Estas firmas operan como franquicias, tú les aportas los permisos y los terrenos, y ellas ponen el suministro de combustible, eso sí, a cambio de llevarse una comisión.
En el vídeo de a continuación puedes ver la representación de la instalación de una gasolinera low cost.
La rentabilidad y la polémica de montar una gasolinera low-cost
Ya hemos comentado antes que con 200.000 euros puedes ser el propietario de una gasolinera. Se trata de la inversión mínima para poder montar una gasolinera low-cost. ¿Pero sale rentable? Se calcula que aproximadamente se necesitan entre 2 y 7 años para recuperar dicha inversión, aunque no se trata de una ciencia exacta y todo dependerá de la afluencia que va haber. La afluencia a su vez depende de factores como la ubicación de la gasolinera, la densidad de la población, el número de gasolineras cercanas, etc. Es importante que el inversor realice un exhaustivo análisis previo sobre la viabilidad de montar la gasolinera en uno u otro sitio. Pero independientemente del lugar elegido para sacar el máximo provecho, de lo que resulta inevitable escapar es de toda la polémica generada en torno a las gasolineras low-cost.
Uno de los puntos polémicos es el hecho de que estas gasolineras se montan en módulos estandarizados, omitiendo aspectos como el acceso de discapacitados. De modo que estas estaciones de servicio no están pensadas para personas con discapacidad, lo que puede verse como un acto discriminatorio.
En muchas ocasiones no cuentan con personal ni para servir ni para cobrar la gasolina. El usuario se encarga de hacerlo todo a modo de “Juan Palomo”. La única comunicación que tiene es con un cajero automático, de modo que se pierde la parte humana del negocio. De allí que otro de los aspectos que ha generado polémica con este tipo de gasolineras ha sido su escasa o nula capacidad de generar empleo, incluso para el mantenimiento, cuya eficiencia hace innecesaria la labor humana. Por lo tanto, a diferencia de otros negocios, no causa un impacto social positivo creando puestos de trabajo y disminuyendo el paro.
Otro de los motivos que ha provocado cierta desconfianza en las gasolineras low-cost es la seguridad. Al no haber personal en el momento de repostar, quedas vulnerable a sufrir ataques de toda índole, ya sea en forma de atraco o de agresión sexual. El único testigo de estos hipotéticos incidentes son las cámaras de seguridad, que, si bien pueden ayudar a identificar al autor de los hechos, no evitarán que se produzca el suceso en sí. Ya hay comunidades autónomas que tienen pensado implantar nuevas leyes que obliguen a estas estaciones de servicio low-cost a tener un mínimo de personal.
La calidad de las gasolineras low-cost
Y llegamos al punto que más preocupa a los usuarios cuando dudan entre ir a repostar a una gasolinera tradicional o a una low-cost, la calidad. El principal reclamo de las gasolineras low-cost es su precio, que se sitúa entre 5 y 10 céntimos de euro por litro de carburante más barato. Haciendo cuentas, al llenar un depósito puedes llegar a ahorrar unos 5€, una cantidad que se nota especialmente en los bolsillos de todos aquellos que utilizan mucho el coche: repartidores, comerciales, viajantes, etc.
Como ocurre con todos los productos que se venden a un precio inferior al establecido en el mercado, los consumidores empiezan a preguntarse si se ha tenido que sacrificar algo de calidad por tal de poder ofrecer el mismo producto más barato. En el caso de la gasolina low-cost, podemos afirmar que proviene del mismo distribuidor, CLH (Compañía Logística de Hidrocarburos), la compañía en España que tiene la autorización de transportar y almacenar productos petrolíferos.
Dicha firma no hace distinción entre las gasolineras tradicionales y las low-cost, sino que proporciona a toda las misma materia recibida de las refinerías. De modo que a ambas gasolineras llega el mismo combustible, y por lo tanto la calidad es la misma. ¿Entonces por qué se vende más barata? Hay que tener en cuenta, que los gastos del funcionamiento de las estaciones low-cost son más baratos, al no contar con personal ni con otros servicios adicionales, y al ser el montaje de la misma más económico y con costes de mantenimiento menores.
Uso de aditivos, la carencia de la gasolina low cost
Eso sí, hecha la ley, hecha la trampa. Aunque CLH distribuya la misma gasolina por igual, las gasolineras tradicionales parece ser que hacen uso de ciertos aditivos para incrementar la calidad de sus combustibles. Estos aditivos ayudan a limpiar los inyectores de los motores de inyección, y consiguen a su vez mejorar la combustión en diésel y a producir una menor cantidad de espuma en gasolina, lo que deriva en un incremento de la eficiencia del llenado. La propia CLH ofrece estos servicios de adición a las estaciones de servicio a las que vende combustible, de modo que las low-cost pueden incluir estos aditivos si así lo precisan, pero es difícil determinar las gasolineras low-cost que los llevan y las que no. Además, las gasolineras tradicionales no se cansan de comunicar los beneficios de los aditivos de su combustible por tal de justificar ese mayor precio.
En resumen, las gasolineras low cost no es que tengan un combustible de menor calidad, sino que las tradicionales hacen uso de elementos externos para potenciar la calidad del suyo. Tiene sentido, ya que, si se tratase de un producto exactamente igual, todos iríamos a repostar a las low cost a no ser que quisiéramos una gasolinera con el servicio de repostaje incluido. No podemos entrar en debate es en el hecho de que resulta mejor repostar gasolina aditivada antes que una que no lo está. La mejor opción es informarse previamente, siempre que sea posible, si la estación de servicio low-cost donde vamos a repostar incluye o no aditivos.