Curiosamente las palabras groseras son de lo que mejor nos acordamos al aprender un nuevo idioma. Tenemos predilección por conocer las palabras mal sonantes, pero lo que seguro que no te imaginabas es que el dominio y el uso del lenguaje soez es también un signo de un mayor coeficiente intelectual. Sí, lo que se ha considerado siempre como algo vulgar y de poca educación, parece ser que tiene sus raíces en una mayor inteligencia.
¿Entonces aquellos conductores con un rico lenguaje vulgar son en realidad personas cuya mente cuenta con mayores privilegios? Lee este post hasta el final para averiguarlo y es posible que te lleves una sorpresa.
Seguramente te costará creerlo, podrás pensar que este artículo ha sido escrito bajo la influencia de algún tipo de sustancia estupefaciente, ha sido rescatado de la hemeroteca de algún periódico con fecha del Día de los Santos Inocentes, o está en manos de chimpancés guionistas (o quizá las tres).
Pero no, esto va en serio, por sorprendente que pueda parecer, según un estudio llevado a cabo por psicólogos de Marist College, se encontró una relación entre la fluidez verbal y la fluidez de decir palabrotas.
Para establecer dicho vínculo, se realizaron dos pruebas a un grupo de personas voluntarias. La primera prueba consistió en decir el mayor número de palabras que comenzaran por una letra del alfabeto durante un minuto. Durante la segunda prueba, los voluntarios debían decir el mayor número de palabrotas durante un minuto. Al termino del estudio, los resultados arrojaron una conclusión cuanto menos interesante.
Las personas con puntuaciones más altas en la prueba de fluidez verbal, también obtuvieron las puntuaciones más top en la prueba de fluidez de palabrotas. Y al revés, quienes se llevaron la puntuación más baja en la primera prueba, obtuvieron peores registros a la hora de hacer fluir el léxico de índole grosera.
Y es que las palabrotas, no solo son un recurso que se utiliza por falta de conocimiento de otros términos comúnmente bien aceptados, ni es un signo de un lenguaje más pobre, se trata de algo que tenemos a nuestro alcance y que incluso nos puede ser de beneficio como un alivio natural del dolor.
Según otra investigación liderada por Richard Stephens, psicólogo de la Universidad de Keele, se demostró que pronunciar palabrotas alivia el dolor. Para llegar a tal conclusión, se pidió a un grupo de voluntarios sostener un vaso con agua helada el mayor tiempo posible en dos ocasiones. En una primera prueba, debían proliferar toda clase de insultos que se les pasase por la cabeza. En el segundo asalto, solo podían hacer uso de palabras permitidas en horario infantil. Se monitorizó la frecuencia cardiaca de los participantes, y junto a sus testimonios se descubrió que las palabrotas servían para calmar el dolor y las situaciones poco agradables. Se trata por lo tanto de un analgésico natural para hacer frente a momentos de estrés.
Así que, dejar volar alguna que otra palabra malsonante mientras conducimos puede producirnos cierto alivio interior. Pero OJO, en ningún caso queremos incitar a partir de ahora a insultar a diestro y siniestro, ni que descargues tu furia con el primero que ose cruzarse en tu camino. La cólera no es un buen compañero de viaje, de modo que evita que se suba contigo al vehículo. Si necesitas aliviarte, tan solo suelta algún improperio a los cuatro vientos. Te sentirás mejor sin dar pie a conflictos derivados de insultar a alguien. Recuerda que un gran poder conlleva una gran responsabilidad.